La Palabra hoy
La educación de nuestros hijos
Por Manuel Raimundo Martínez.
A propósito de la apertura del año escolar 2020-2021 en nuestro país, y obviamente, un año marcado por el COVID-19, también en el ámbito educativo se sienten los estragos provocados por la pandemia.
Ante esta inusual situación, donde el año escolar ha comenzado a distancia como informó el Ministerio de Educación, me ha llamado mucho la atención los comentarios de los padres, madres y tutores respecto a esta nueva modalidad.
Se pueden observar en las redes sociales y otros medios de comunicación, que, en sus reacciones, gran parte de los padres y madres se quejan del sistema y de lo complicado que ha sido para sus hijos. A partir de estas observaciones y sin intención de juzgar en forma negativa a ningún padre, madre o tutor, reflexionaremos, con respeto y caridad, sobre la importancia de la educación de nuestros hijos e hijas.
Quiero comenzar esta reflexión con la famosa frase dePitágoras que dice “Educad al niño y no será necesario castigar al hombre”.
Pero debemos hacer una importante aclaración sobre el tema de educación, y es que, en la escuela, nuestros hijos aprenden sobre las diversas asignaturas que le imparten, más en lo referente a los valores morales y cristianos, los padres, madres tutores, juegan un papel determinante.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos arroja mucha luz sobre este tema, así lo vemos en los numerales 2221,2222, 2223 y 2224 los cuales comparto con los lectores.
2221 La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual. El papel de los padres en la educación “tiene tanto peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse”. El derecho y el deber de la educación son para los padres primordiales e inalienables.
2222 Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos.
2223 Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. La familia es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sano juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones “materiales e instintivas a las interiores y espirituales”. Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos:
«El que ama a su hijo, le corrige sin cesar (…) el que enseña a su hijo, sacará provecho de él» (Si 30, 1-2). «Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el Señor» (Ef 6, 4).
2224 La familia constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades humanas.
Concluimos esta reflexión, teniendo bastante claro, que, en la escuela, a nuestros hijos le podrán enseñar matemáticas, sociales, biología y muchas otras ciencias, pero la responsabilidad, el respeto, el amor y la dignidad se aprenden y se enseñan en casa.
Finalmente les comparto un fragmento de una hermosa oración de la Universidad Católica de Salta, Argentina, escrita por Sergio R. Castanetto.
Jesús, compañero de sueños, te pedimos para que nos ayudes para que sigamos apostando a la vida, al amor, a construir familia.
Alimenta en nosotros, la pasión de la solidaridad, la pasión de construir lugares de encuentro, la pasión de soñar con un presente y un futuro distinto, la pasión de reconocer en cada hombre y en cada mujer un hermano, una hermana.
María inspiradora de nuestros sueños, navega mar adentro en nuestra barca tras el sueño de Jesús.
Amen.
El autor es Ingeniero, Locutor y Experto en Seguridad y Salud en el Trabajo.