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Con la muerte de Cuqui Maica, perdimos una mente maravillosa, perdimos un genio

Escrito por Amaury Ureña

Cuando tenía 9 años, falleció tía Susa, al momento de su deceso, recuerdo que mi madre me dijo, que yo no podía entender la muerte, y me aseguró que cuando yo creciera si iba a poder entenderla. Pues ¿Qué les dijo? tengo 43 años, y todavía no la entiendo.

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El hombre llamado Héctor Paulino, conocido popularmente como Cuqui Maica, formó parte de mi niñez, recuerdo que cuando yo era un niño, él residía y tenía un taller justamente al lado de mi casa familiar, en ese taller se realizaban labores de soldadura, y siempre escuchaba la voz de Cuqui comandando a sus trabajadores con su forma peculiar de ser, con palabras impronunciables y en tono de discusión, así era él, perfeccionista hasta los tuétanos y adicto al trabajo.

En esos días, su taller (Talleres Maica) realizaba numerosos trabajos de herrería, más tarde le realizaba trabajos a la Ferretería Ochoa. Cuqui, era una persona tan adicta al trabajo que cumplía con sus labores laborales en Ochoa y al mismo tiempo emprendía proyectos inusuales, en ese tiempo todos los que vivíamos en su entorno lo recordamos, él construyó un carro como el que aparece en esta publicación, para nosotros esto fue algo increíble ver como un hombre podía hacer un carro en su propio taller. Junto a este carro, Cuqui fue capaz de hacer numerosos dispositivos de trabajos en diversa áreas laborales, como maquinaria agroindustriales, para industrias y establecimientos, en estos dispositivos fue notoria la automatización de los procesos de trabajos.

Uno de los inventos que más me llamó la atención fue una peladora de coco que inventó a partir de la petición de un dueño de una repostería, otro fue la máquina para hacer mangú que inventó para hacer el desayuno escolar en la gestión de gobierno 2000-2004, pero uno de los inventos más impresionantes que realizó fue una planta eléctrica que solo funciona con agua, sobre este proyecto en particular, él y yo conversamos largas horas, este invento en particular él no lo sacó al mercado, también desarrolló unos filtros con los cuales se puede reducir el hollín y residuos de las industrias. Otra de las tantas cosas que hablamos, en nuestras conversaciones numerosas, fue su propuesta de instalar un sistema de acondicionador de aire para la calle del Sol, y su investigación sobre el nivel freático de nuestras comunidades, sobre la utilidad de la basura para producir electricidad y abono, sobre los problemas sociales y políticos, sobre su proyecto presidencial y sobre un montón de temas sobre los cuales hablamos en demasía, obviamente, entre él y yo siempre había una discusión porque no estábamos de acuerdo en el todo lo que él planteaba.

Es mucho lo que puedo decir de Cuqui como persona y como técnico de su área, por el momento me limitaré a expresar que él era un genio, una persona con una mente brillante, un inventor, un científico, un prodigio y un gran gestor social. Cuando me enteré de su muerte, primero me pareció imposible que una persona tan viva, tan llena de energía, fuera capaz de morir así de pronto, luego me percaté que a la muerte no le importan esas cualidades. Ahora, que ya acepté su muerte en mi interior, guardo un lamento interno de lo que se perdió la humanidad con la perdida de esta vida tan talentosa.

Con la muerte de Cuqui Maica perdimos una luz, perdimos una esperanza, perdimos una mente maravillosa.

El autor es docente y director del periódico digital Jacagua Express

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