Reflexiones

La Palabra hoy

Pandemia: El Covid y otras pandemias

Por Manuel Raimundo Martínez.

Primero y antes de entrar en materia sobre el tema que nos ocupa hoy, procedemos a definir la palabra Pandemia.

Según la Real Academia de la Lengua Española, es una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región.

Viene del griego “πάνδημος pándēmos”, que significa “que afecta a todo el pueblo”. A partir de este concepto vamos a enfocar nuestro tema de hoy.

En estos tiempos actuales cuando hablamos de pandemia, lo primero que nos llega a la mente es el Coronavirus o Covid-19, sin embargo, hay otras pandemias que atacan nuestro pueblo hoy y que en su reciente carta pastoral del 21 de enero de este año, la Conferencia del Episcopado Dominicano ha definido magistralmente. “Ese vacío de Dios en el alma de tantos pueblos se hace palpable en por lo menos cuatro pandemias que le amenazan constantemente. Se trata de una lucha sin igual que se desarrolla en el corazón de las personas y de los pueblos. Estas pandemias son, entre otras: la mentira, la violencia, el afán de dinero y el hedonismo”, plantean los obispos católicos.

Al definir cada una de estas pandemias, los mitrados plantean lo siguiente: “Pandemia de la mentira, es la primera que irrumpe, la más peligrosa. Se hace pasar como portadora de la verdad y de la luz (Luzbel)”. Continúa diciendo la carta sobre la pandemia de la mentira “Habla como Dios, pero no es dios. Este enemigo, utilizando a veces algunos medios de comunicación, bombardea nuestros hogares presentando normas, costumbres y modelos de vida contrarios a la Revelación. Nuestros niños y jóvenes muchas veces son víctimas de agentes que difunden falsas doctrinas y una sabiduría enemiga de la Cruz de Cristo”.

Cuando se refiere a la pandemia de la violencia, inequívocamente plantea “La pandemia de la violencia, su misión consiste en hacer que los hombres se maten unos a otros indiscriminadamente. Desafortunadamente, a diario, en algún lugar del planeta, se derrama sangre inocente. El ser humano, nacido para amar y vivir en paz, ha estado inmerso en el odio, en el terror y en la violencia. Hay una fuerza dentro de él que le lleva a hacer aquello que no quiere (Cf. Rm 7,14-25): la destrucción del otro, que es su hermano. Este espíritu de violencia, lamentablemente parece que se ha ido adueñando de algunos pueblos. Contemplamos, no sólo las guerras declaradas entre naciones, sino que existen otros conflictos internos y delitos ocultos que a veces son peores que los visibles. La niñez sufre los maltratos, burlas y acosos entre alumnos (bullying); hay vandalismos, peleas callejeras, trata de personas, terrorismo, armamentismo…”

“Pandemia del afán de dinero, símbolo del comercio que rige la vida de los pueblos. Como trasfondo está la idolatría del dinero que se alza como alternativa al Dios único. Los ilusos piensan que quien más bienes consiga, más asegurada tiene la supervivencia en este mundo. La vida humana se convierte para ellos en un inmenso mercado donde cada uno intenta, compitiendo, atesorar el máximo de riquezas. “El amor al dinero es la raíz de toda clase de males” (1Tm 6,10). Se trata de la adoración del becerro de oro, el señor de este mundo al que gran parte de Israel adoró en el desierto y al que hoy se rinde culto y pleitesía en los nuevos santuarios de la modernidad”. Expresan los prelados.

Finalmente, se expone la pandemia del hedonismo que “arrastra a gran parte de la humanidad a los falsos paraísos terrenales (del alcohol, drogas, sexo, dinero fácil…), que en vez de felicidad producen mucho dolor y esclavitud. Abundan cantidad de doctrinas reduccionistas que aseveran que el hombre es solo materia. Negando la existencia del alma, sólo queda en su horizonte la burda satisfacción de los apetitos carnales. Según ellas, no existen normas externas por las que uno deba regirse, sino que la moral es autónoma y cada uno la define según le convenga. La persona que vive una sexualidad desordenada entristece al Espíritu Santo y se convierte en un ciego sin discernimiento, incapaz de descubrir los designios secretos del Dios de la historia. El hedonismo es sucio e inmisericorde, al final todo acaba en podredumbre y hastío”.

La carta pastoral se titula, “San José, custodio del Redentor y modelo del creyente” y nos invita a combatir estas pandemias siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret. “Nos regocijamos con los padres y madres de familia, y también con los hijos e hijas que, en nuestro país y en el mundo, son auténtico reflejo de la Sagrada Familia de Nazaret”.

Ojalá y cada dominicano pueda leer, meditar y poner en práctica lo que plantea esta carta, y que nuestras autoridades se hagan eco de su mensaje y trabajen para combatir estas pandemias que nos atacan.

Hermano lector, si deseas leer íntegramente la carta pastoral 2022, puedes hacerlo en el siguiente enlace: https://ced.org.do/wp-content/uploads/2022/01/Carta-Pastoral-2022-Episcopado-Dominicano.pdf

El autor es Ingeniero, Locutor y Experto en Seguridad y Salud en el Trabajo.

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