La Palabra hoy
Jesucristo ¿Verdaderamente resucitó?
Por Manuel Raimundo Martínez.
La pregunta con que titulamos esta reflexión de hoy parece absurda, pero realmente no lo es, se supone que la resurrección de Jesucristo es un asunto probado y comprobado, pero existen muchos detractores de esta realidad y la ubican como una fábula bíblica, ya que según, estos no creyentes en la Palabra de Dios, plantean que no existen las suficientes pruebas para afirmar este acontecimiento.
Sin embargo, al escudriñar las Sagradas Escrituras, y estudiar los hechos, se puede comprobar que este acontecimiento fue real, y de ahí su impacto en la humanidad, dividió la historia en dos partes, antes y después de Jesucristo.
Pero, vamos a plantear los hechos y a la luz de la Palabra, y basado en los datos históricos conocidos, tratemos de probar y comprobar la veracidad de los mismos.
Desde el punto de vista del Catecismo de la Iglesia Católica, los numerales 638 y 639 plantean lo que cree, ha creído y creerá la Iglesia sobre la resurrección de Jesucristo.
El numeral 638, nos dice «Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13, 32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:
Cristo ha resucitado de los muertos, con su muerte ha vencido a la muerte.
Y a los muertos ha dado la vida. (Liturgia bizantina: Tropario del día de Pascua)”
Mientras que el numeral 639, plantea que “El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya san Pablo, hacia el año 56, puede escribir a los Corintios: «Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce: «(1 Co 15, 3-4). El apóstol habla aquí de la tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3-18)”.
Otro asunto importante se plantea en el numeral 642, aquí se habla de la cantidad de testigos que tuvo este acontecimiento. “La fe de la primera comunidad de creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y de los que la mayor parte aún vivían entre ellos. Estos «testigos de la Resurrección de Cristo» (cf. Hch 1, 22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de más de quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola vez, además de Santiago y de todos los Apóstoles (cf. 1 Co 15, 4-8)”.
Desde el punto de vista bíblico, tal y como lo plantea el Catecismo, la resurrección de Cristo es un acontecimiento verdadero.
Desde el punto de vista histórico, la revista Aleteia, en su edición en español, en un artículo publicado el 22 de abril del 2014, y que se titula El anuncio de la resurrección de Cristo es el centro del anuncio evangélico: pero, ¿fue histórico o pudo ser un mito, o un invento de los apóstoles? (El artículo en cuestión se encuentra en el siguiente enlace: https://es.aleteia.org/2014/04/22/la-resurreccion-de-cristo-fue-un-hecho-historico/).
Nos establece una serie de razones por la que la resurrección de Jesús fue real. Haremos un breve resumen de lo planteado por la revista.
- A favor de la historicidad de los relatos del sepulcro vacío está seguramente el papel central de las mujeres – en particular de María Magdalena–, que por el derecho hebreo de aquel tiempo no tenían ningún valor como testigos.
El judaísmo de la época de Jesús estaba embebido de “machismo”. Y, de hecho, el retrato de la mujer que surge de la Biblia no es muy reconfortante. En el libro de los Proverbios, por ejemplo, se pone de relieve su naturaleza loca, pendenciera, lunática y melancólica. Pero, sobre todo, en las Antigüedades Judías, el historiador judío Flavio Josefo, escribe que “los testimonios de mujeres no valen y no son escuchados entre nosotros, a causa de la ligereza y de lo traicionero de este sexo”.
- Los apóstoles anunciaron públicamente el descubrimiento de la tumba vacía y los encuentros con el resucitado a poca distancia de la muerte de Jesús, cuando los testigos aún vivos en Jerusalén habrían podido desmentirles.
- A pesar de las diversas discordancias en los relatos pascuales, los cuatro evangelios demuestran concordar en los elementos esenciales, presentando un cuadro histórico muy coherente de la época.
- Sólo la experiencia personal de un Jesús vivo puede motivar el radical e imprevisto cambio sucedido en los discípulos que, de perdidos, derrotados, humillados, se hicieron incansables anunciadores de su resurrección.
- La idea de un mesías resucitado de los muertos era una idea escandalosa e inconcebible en el contexto judío del que provenían los discípulos de Jesús y no podía derivar de los mitos de la muerte y renacimiento de los dioses y de los héroes propios de la cultura greco-romana.
A Jesús se le habría aplicado el mito de héroe -como ya hizo el filósofo pagano del siglo II Celso en la obra La verdadera doctrina – o de un dios muerto y resucitado, como sucede con Isis y Osiris en Egipto, Adonis y Astarté y después Atis y Cibeles en Asia Menor. La fe en la resurrección, sin embargo, surge en Jerusalén, en el corazón del judaísmo que rechaza los mitos idolátricos. La fe en Jesús resucitado existe ya justo después de su muerte, así que se excluye toda posibilidad de influencia de tales mitos. Y, además, es difícil que los cristianos del primer siglo que se adhirieron profundamente a la nueva fe y tenían un bagaje cultural judío, hayan podido asumir un esquema mitológico de tipo greco-romano.
- La resurrección de Jesús no es, sin embargo, un dato “científico” incontrovertible: creer en esta es, siempre, en última instancia, un acto de fe.
La cuestión de la fe en la resurrección de Jesús no puede ser resuelta por la mera prueba histórica. Aceptar la verdad de la resurrección y creer en Jesucristo resucitado es mucho más que un simple razonamiento fundado sobre anuncios y hechos cerrados en el pasado a los que adherirnos intelectualmente. Dios entra en el mundo de una forma inesperada, chocante y paradójica.
JESUCRISTO HA RESUCITADO, EN VERDAD RESUCITÓ.
El autor es Ingeniero, Locutor y Experto en Seguridad y Salud en el Trabajo.