Los residuos tóxicos del medio
Por: Vicente Rodriguez Uceta
Vivir en el mundo actual nos obliga a producir basura, pues los hábitos de consumo están en constante transformación y, por lo tanto, resulta difícil equiparar el ritmo para deshacemos de los desperdicios; los cuáles nos estorban, sencillamente ya no utilizamos o se ha tornado obsoleto por efecto de las modas.
Los residuos generados por la humanidad han existido desde el origen de la raza humana, aunque su presencia como problema ambiental, es un fenómeno reciente. La problemática de la basura se refiere explícitamente a dos fenómenos íntimamente relacionados: la presión demográfica que se expresa en la ocupación, explotación y predominio de la especie en prácticamente todos los ecosistemas y rincones del planeta y la producción y consumo industrial.
La basura aparece como una de las problemáticas más significativas de la civilización actual, que a diferencia de las civilizaciones antiguas, es global, por sus alcances e interrelaciones de diversa índole (económica, política y cultural).
La situación posee al menos, dos vertientes. La basura en un sentido ontológico es equiparable a un vestigio arqueológico. Su carácter es una evidencia palpable y exterminadora en el tiempo del tránsito humano en una etapa geológica, caracterizada por el uso intensivo de combustibles fósiles y sus derivados, así como una amplia gama de minerales.
La otra cara se refiere a los alcances o su efecto de contaminación. En otras palabras, se refiere a la capacidad o naturaleza (de la basura) para invadir y afectar territorios, localidades o lugares que no siempre se encuentran en los espacios en donde es producida. La basura, además, es una mercancía de segundo orden porque se traduce en ganancias económicas, y porque antes de llamarse basura fue producida como objeto primario de consumo.
Al intentar definir lo que es la basura pensamos en al menos, dos dimensiones vinculadas con lo anterior, como sigue: 1) no significa que la basura esté desposeída de valor, todo lo contrario, la basura posee una valoración social y económica y en torno a ella se tejen complejas relaciones simbólicas y prácticas sociales, 2) producir desechos, como ya sugerimos, forma parte de la actividad propia de los seres vivos y todo residuo al igual que todo organismo o materia está sujeto a los efectos que contaminan el medio ambiente.
El carácter invasivo y acumulativo de la basura, denota, antes que nada, su existencia en una problemática socialmente construida dentro de los confines de la civilización contemporánea. Procedente de la propia naturaleza, la basura implica la asociación de sustancias que resultan letales para ciertos organismos y que en última instancia alteran la calidad de recursos vitales para la sobrevivencia de los seres humanos como son: el suelo, el aire y el agua. Los riesgos asociados a la acumulación o disposición final de la basura existen como parte de procesos de definición social.
Por la basura, los discursos emergentes, la políticas, programas y acciones para enfrentarlas están acotadas y definidas por los intereses, las percepciones y los grados diferenciales de conocimiento y poder que poseen los diferentes actores sociales involucrados en su generación, manejo y disposición final.
El vertido de basuras en áreas públicas es muy perjudicial para el embellecimiento de la comunidad, para la fauna, para la salud de la gente, colapsa los sistemas cloacales y se convierte en fuente de insalubridad que afecta todo el medio ambiente.
La magnitud del vertido de basuras en áreas públicas ha generado situaciones como la llamada isla de plástico ubicada en el océano pacifico y la cual posee una extensión por encima de los 80,000 kilómetros cuadrados. Esto sin hablar del efecto directo de los desperdicios en la atmósfera, generando el sobrecalentamiento global, las lluvias ácidas entre otras situaciones.
En nuestra república dominicana la basura se ha vuelto un flagelo de orden público que genera grandes preocupaciones a las autoridades municipales y amplios daños al medio ambiente.
Me inclino a pensar que no se han diseñado las políticas efectivas que requiere la problemática. Soy de los que creen que los cabildos deben eliminar los botellas, y apostar por un programa de extensionistas municipales que vayan a todos los sectores (comunidades, asociaciones, clubes, empresas) convenciendo a los munícipes de la importancia de reducir el vertido de basuras, y recordando las estipulaciones de las leyes en relación al vertido de desperdicios en áreas públicas.
Pero además los cabildos deben diseñar un programa efectivo de recogida y tratamiento de desperdicios, separación de los residuos según su tipo y disposición final, recoger los residuos a tiempo, diseñar un espacios para la disposición de los residuos orgánicos, los cuales se pueden convertir en abono orgánicos y ser devuelto a la comunidad a precios módicos, para la fertilización de sus rubros. Establecer sanciones a los ciudadanos que vierten desperdicios en las áreas públicas.
Para que esto sea posible, es necesario que los alcaldes y directores municipales así como los concejales asuman sus compromisos con responsabilidad, que le den seguimiento a la situación y que se conviertan en verdaderos gerentes municipales.