¡Jacagua, te destruyen el medio y no siente nada!
La deforestación del bosque tropical se ha convertido en uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad, además de una de las catástrofes ambientales más grandes del planeta, puesto que estos bosques por estar ubicados en los puntos más estratégico de la tierra, son pulmones de importancia capital.
La República Dominicana forma parte importante de esta cadena de bosques tropicales del mundo; nuestro país, empieza a sufrir los embates de la depredación forestal a partir del año 1916 con el desarrollo de la industria azucarera, y luego, más adelante en la década de los 40, extendiéndose hasta los años 50, con la aparición de los aserraderos y la ganadería.
Luego del cierre de las industrias forestales, surgieron los incendios forestales causados por los depredadores que se dedican a la tala ilegal de árboles para aprovechamiento de la madera, así como por los agricultores, los cuales implementaban la agricultura nómada.
En nuestros días se ha vuelto muy común la ganadería intensiva y extensiva de ladera, así como también la construcción de cabañas por aquellos privilegiados que poseen grandes cantidades de recursos económicos, quienes tienden a talar los bosques nativos de las cordilleras, en una competencia rampante por imponer sus egos y demostrar quién tiene la mejor vista panorámica.
El caso que nos obliga a escribir este artículo se observa en el Empalme, paraje la Finca, específicamente en “la subía de la mujer”, en el sector de Palo Altos, en el nacimiento de los ríos Agua Honda y Los Higos; los cuales en sus recorridos se convierte en Rio San Francisco y Jacagua, ambos finados.
En los mencionados lugares se ha llevado a cabo la tala rasa con equipos pesados, de varias tareas de extensión para la construcción de cabañas, ante la mirada indolente y negligente de las autoridades provinciales del medio ambiente.
Hacemos alusión a esta situación porque estoy absolutamente seguro que de haber conocimientos de la importancia ecológica del área, y deseo de resarcir los daños; ya se habrían tomado las medidas pertinentes. En el mismo tenor, hago un llamado a las autoridades nacionales para que acudan en auxilio de un área tan vulnerable, debido a la importancia ecológica que posee.
Nos estamos acabando al planeta para complacer el capricho de unos cuantos, todos juntos somos más, hay que actuar ya, esperamos las sanciones que ordena la ley 64-00 del 18 de agosto del año 2000.
Vicente Rodríguez Uceta